La Costa Brava aspira a ser en el 2020 reserva de la biosfera

23/07/2018

Un total de 70 municipios formarían parte de la candidatura que abarcaría 4.170 km2.

La Costa Brava ha iniciado la carrera para ser declarada en el año 2020 reserva de la biosfera, un reconocimiento internacional concedido por la Unesco que aboga por la conservación del paisaje, el ecosistema y la sostenibilidad. De completarse con éxito el proceso, sería el tercer destino de Catalunya con este sello tras el Montseny y las Terres de l’Ebre. A nivel mundial existen unas 700 reservas de la biosfera, de las que 48 están en España, el país con más distintivos de todo el mundo.

La propuesta preliminar con la que trabaja la Diputación de Girona –impulsora de la iniciativa– es que la reserva de la Costa Brava abarque 70 municipios del Alt Empordà, Baix Empordà y la Selva con la única excepción de Llagostera, en el Gironès. El ámbito incluye todos los municipios de la línea de costa –de Portbou a Blanes– y también zonas de interior que suman 330.000 habitantes, más del 40% de la población censada en la provincia.

Desde el punto de vista ambiental, el sello compromete al territorio a adoptar una serie de medidas en pro de la sostenibilidad. Unas actuaciones que deberán ser consensuadas y definidas por los propios ayuntamientos y distintos agentes sociales del territorio. Por ejemplo, que los pescadores adopten vedas voluntarias o planes de gestión de determinadas especies en peligro de extinción como ya ocurre en algunas cofradías; que los municipios se comprometan a conseguir tasas de reciclaje más altas y a gestionar mejor los recursos hídricos, que el sector náutico implante medidas para evitar la contaminación marina, que los payeses adopten acciones en pro de la producción ecológica e integrada o que se utilicen deyecciones ganaderas para crear energía y reducir el problema de los nitratos en las aguas son algunas de las iniciativas que ayudarían a mejorar el medio ambiente. En todo caso, los promotores de la candidatura prevén que sean los propios colectivos los que adopten mejoras.

El 33% del territorio de Girona está protegido por ley y no se permite construir

De momento, a lo largo de este mes de julio la Diputació de Girona y el Patronat de Turisme se han reunido con los ayuntamientos que formarían parte de la reserva para recabar apoyos y a partir del mes de septiembre los agentes sociales, institucionales y económicos deberán consensuar todas aquellas actuaciones que presentarán en el informe final a la Unesco.

“Una reserva no comporta ninguna restricción normativa por el simple hecho de serlo, pero sí que debe haber el compromiso de la sociedad de trabajar con criterios de sostenibilidad”, afirma Marc Marí, jefe del área de Medio Ambiente de la Diputación de Girona. Marí explica que una reserva tiene tres funciones básicas: conservar el patrimonio, fomentar el desarrollo económico y humano sostenible y trabajar con otros territorios que forman parte de la red de reservas. La Unesco cada diez años analizará el grado de cumplimiento de esas propuestas marcadas en la hoja de ruta y podría retirar la reserva de la red mundial si el territorio no ha cumplido con los objetivos marcados. Algo que es poco habitual, ya que desde que se creó este reconocimiento en el año 1971, sólo un total de 38 reservas de la Biosfera de 8 países distintos han salido de la red mundial.

Marí explica que no todos los territorios pueden ser reservas. Por ejemplo deben tener una o varias zonas protegidas por ley como son en este caso los parques naturales del Cap de Creus, Aiguamolls de l’Empordà y Montgrí, Illes Medes i Baix Ter. Actualmente el 33% de la superficie de la demarcación de Girona está protegida por ley. Esto, sumado a la potente marca Costa Brava y a unos servicios turísticos de calidad son factores que juegan a favor de la futura reserva. Por el contrario, un modelo de turismo convencional, basado en el crecimiento sostenido del número de visitantes y las cicatrices que algunas infraestructuras han dejado en el territorio se sitúan en la parte negativa de la balanza.

Una reserva no puede desclasificar suelo urbanizable ni crear parques naturales

Una de las particularidades de la candidatura de la Costa Brava es que abarca ámbito terrestre y marino, un hecho que podría ser un punto a favor en la concesión del sello por parte de la Unesco. Según la propuesta inicial, un total de 2.880 km2 son marinos. El director de la Fundació Mar, Miquel Ventura, enumera la sobreexplotación pesquera, la contaminación y la destrucción de especies como la nacra, molusco bivalvo presente en el Mediterráneo, como algunas de las amenazas marinas.

“El mar digiere toda la contaminación que se produce en tierra”, añade. El uso de vehículos eléctricos, que las calefacciones sean sostenibles, la presencia de centros de reciclaje de barcos náuticos o evitar la sobrepesca en el Mediterráneo –donde asegura que se pesca cinco veces más de lo que se podría– son algunas de las acciones que deberían ir encaminadas a mejorar la situación.

El sector económico y turístico ve el sello como una gran oportunidad para captar turismo más concienciado con el medio ambiente. “Ser reserva es el camino a seguir si queremos seguir teniendo dentro de 50 años un destino como el que tenemos ahora”, explica el director del Patronat de Turisme Girona Costa Brava, Ramon Ramos, que confía también en que el sello ayudará a mejorar la calidad de la oferta hotelera actual reduciendo el número de plazas existentes.

 

Un plus para el territorio

Los ayuntamientos de la futura reserva ven la candidatura como un “plus” para el territorio. La alcaldesa de Roses, Montse Mindan, asegura que cualquier distintivo de calidad implica un compromiso con el medio ambiente. Recordó que Roses está incluida en el selecto Club de las Bahías más Bellas del Mundo, avalado por la Unesco. El alcalde de Palamós, Lluís Puig, aseguró que el municipio trabaja en pro de la sostenibilidad y puso como ejemplo la reordenación del entorno de la playa de Castell o la veda biológica de los pescadores de gamba. En Cadaqués se han sustituido muertos de fondeo antiguos por otros ecológicos y se está analizando el impacto sobre el fondo marino. A pesar de estas acciones y de las que conlleve la candidatura, grupos ecologistas ven difícil lograr el distintivo por la elevada fragmentación del territorio y el impacto urbanístico.

 

Fuente: lavanguardia.com